Una de las cosas que más me gusta cuando viajo es lo que he dado en llamar la "antropología recreativa", el toparme con desconocidas, para mí, manifestaciones culturales o sociales del lugar que visito y que suponen una sorpresa curiosa y divertida. En este caso se produjo en Muxía, localidad de la Costa da Morte, conocida por el
Santuario de la Virgen de la Barca, un edificio de estilo barroco en
cuyas cercanías se encuentran unas famosas piedras, la de Abalar y la de
Os Cadrís a las que se atribuyen propiedades mágicas y tristemente famosa por el desastre del Prestige.
Apenas bajar del coche un fuerte olor a mar nos invadió y a pocos metros vimos una serie de palos y cuerdas con pescados. Era fantástico!!! Un espectáculo.
¿Pero que es esto? La suerte quiso que el propietario de semejante escultura gastronómica rondase por ahí y claro no pude resistirme a mi investigación antropológico-recreativa. Se trata de uno de los pocos secaderos artesanales de congrio que quedan en Europa. El proceso para secar un congrio de forma artesanal para su conservación y sin usar la sal es largo y complicado, una vez pescado el congrio se "esmofina", se corta a partir de la cabeza y agujerea para poder colgarlo, una vez hecho esto se abre longitudinalmente y se le retiran las víscera, la raspa y la cabeza, en un proceso que llaman "rascado". El paso siguiente es lavarlo con agua de mar, a partir de ahí se le hacen unos huecos con cuchillo en forma de cuña que permiten que el aire pueda pasar y secarlo con más facilidad. La fase final es lo que llaman el "envarado", que no es más que pasar una vara de caña por los huecos para que quede bien estirado, este es el aspecto que ofrece.
Después de envarados ya están listos para ser colgados en las estructura de madera llamadas "cabrias" y ahí tan ricamente estarán colgados los días que haga falta para su secado.

LO QUE MÁS NOS GUSTÓ: Sin duda la fantástica visión de esos pescados bailando al viento y su historia.
LO QUE NO NOS GUSTÓ TANTO:Nos entristeció saber que los congrios que secan en Muxía ya no proceden de sus costas, que el secadero los compra en el exterior y sólo hace el proceso de secado.
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