CONSEJILLOS Y TRUCOS

martes

JAPON

Desoyendo a las abuelas...rumbo a Japón. JAPÓN!!! Tendría tantas cosas que contar de Japón, que me harían falta 20 post, recomiendo la Lonely como guía y los artículos de el viajero para organizaros. Yo para mantener el tiquismiqueo de un post por viaje he decidido en en esta ocasión dar respuesta a las preguntas que con más insistencia nos hicieron los abuelos antes de ir:

¿no hará mucho calor?
Sí hace mucho calor, Japón es genial para ir con niños pequeños, pero durante los meses de verano el calor puede ser agobiante ... pero para eso están los recursos japoneses...las toallitas húmedas en la cabeza...el pararse en cada fuente (el agua es buenísima!), los helados, los aires acondicionados y el sentido común que te lleva directo a la siesta a las horas de pleno sol.

¿Y el niño que va a comer?


El niño se ha puesto tibio. Ha descubierto el sushi, los soba, los makis, las soja beans, a usar los palillos y relamerse con los mochis. En Japón se desviven para que el niño coma, las figurillas de cera en la mayoría de restaurantes ayudan muchísimo en la elección. Los pinchitos de pollo le encantaron. El presupuesto se nos disparó con la fruta: carísima es poco...pero está deliciosa. Siempre digo que viajar es una herramienta para educar el paladar...y el gusto.

NOTA IMPORTANTE: LOS JAPONESES ADORAN A LOS NIÑOSy les fascinan los niños occidentales pequeños, al punto de que tuvimos que hacernos con una bolsa de mano extra para cargar de vuelta con todos los regalos que le hicieron a Martí. En todos los restaurantes tenían un detalle para él (cuentos, juguetes, abanicos, camisetas...) y mucha gente se acercaba, siempre con cierta timidez y educación para ofrecerle algo, les cuesta pedirte fotos...pero cuando se abre la veda...
LOGÍSTICA: Trolley, porta bebes, mochila y maleta trolley. Poca ropa, ligera. Un buen protector solar y gorras para el peque...aunque prefería los pañuelos mojados. Chubasquerosapenas los usamos, molan más los paraguas trasparentes que te ofrecen a la que caen dos gotas. Nos llevamos un bote de leche de continuación y cereales...por si.
Vuelo Londres-Tokio. Reserva de las 3 primeras noches en Tokio (un riokan un poco infame para lo que vimos después, es lo que digo siempre, las fotos engañan...) ah! y el imprescindible  Japan Rail Pass 

LO QUE MAS NOS GUSTO 
Fue una ruta sin prisa, a ritmo Martí, preferimos ver poco y bien que no pegarnos un tute, así que nuestro recorrido fue cortito, una primera toma de contacto...para que nos queden ganas de volver. 
Nos encantó viajar en el tren bala, el olor a paja de los tatamis, el musgo sobre las esculturas y los templos, el viento entre el  bambú, la amabilidad de los japoneses, las atenciones con Martí, la comida, TODA y en todos los sitios. Sucumbimos a diario en la  delicadeza de las pastelerías. Nos enamoró la generosidad con los niños, la amabilidad y la inocencia de los japoneses con que nos topamos y sus esfuerzos por hacerse entender.
Nos fliparon las máquinas expendedoras de bebidas nunca vistas y las tiendas superfrikis.
Ah!!! Y las lavanderías, con zona de juego...están en todo estos japoneses.


De Tokio, sus contrastes, sus cruces, su metro, sus tiendas frikis, todos los restaurantes en lo que comimos, los mercados, las fruterías que parecen joyerías, la zona de la calle Kappabashi en el barrio de Asakusa que volvió loco a Álvaro.
De Nara, la sonrisa de Martí con los cervatillos y el precioso restaurante perdido donde comimos el mejor ramen del mundo.
De Nikko, sus templos, sus onsens, sus excursiones, la hospitalidad de Sumica y su capacidad para convencernos y vestirnos de japos, las cenas en familia, sus consejos, sus muñecos de papel para Martí, todo eso ayudó a que nos anclásemos más días de lo previsto en Nikko.                                            De Kanazawa el Museo de arte contemporáneo, nuestro hotel con onsen y sobretodo la geisha que dejó su mesa en un restaurante precioso, escondido y fabuloso (especializado en arroces orgánicos que se vendían con el nombre del productor y que Martí devoró)para regalarle una caja de dulces a Martí y sentarse a hablar con nosotros. Los pueblitos de alrededor.
De Kioto la zona de Gion, el santuario de Yasaka Jinga, Martí pillando agua en el templo de Kiyomizudera, los toii de Fushimi Inari, el pabellón dorado y el de plata, el bosque de bambú, los festivales sorpresas que no esperas.

Me faltan tantas cosas por contar, muchos lugares que nombrar, tantos sitios que recomendar...así que de momento nos conformamos con lo más de lo más y... soñamos con volver.

LO QUE NO NOS GUSTÓ TANTO
La dificultad para comunicarnos, apenas hablan inglés y algunos precios prohibitivos.

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